Javier Hernando Londoño: El apicultor poeta
En cada intervención los especialistas argumentan a los apicultores las razones técnicas de lo que deben cambiar para llegar a manejar colmenas modernas fuertes, vigorosas, sanas y productivas.
“Prevenir es mejor que curar”, recalca con insistencia la Dra. Mayda Verde, quien está sembrando la semilla para el desarrollo de la apicultura moderna e intensiva, que a la par privilegie una gestión sanitaria preventiva. Por su parte, el Ing. José Luis Alvero detalla las medidas que deben ser respetadas para fabricar los elementos de la colmena de madera —como cajas, tapas, fondos y marcos—y su relación con la salud de las familias de abejas.
Sin embargo, hoy será la última sesión de trabajo a cargo de estos capacitadores, quienes con entrega y responsabilidad durante los seis encuentros teórico-prácticos, trasmitieron sus conocimientos y experiencias en el trabajo apícola. Convencieron con argumentos al auditorio, profundizando conceptos y hurgando en los diferentes aspectos que necesitan mejorar para incrementar los resultados productivos, tener colmenas más sanas y, en consecuencia, producciones limpias, de calidad y competitivas en el mercado.
Han sido jornadas intensas organizadas por la coordinadora del proyecto, la Lic. Andrea Sánchez y el equipo que junto a ella labora. Sin estos no hubiera sido posible realizar los talleres. Todo funcionó como reloj, razón por la que los apicultores expresaron su gratitud con emotivas y sentidas palabras.
Y en este marco, ¡ocurre algo inesperado! El apicultor Javier Hernando Londoño levanta su mano y, con timidez pero decidido, solicita le concedan unos minutos para compartir con el auditorio algunos de sus poemas.
El señor Londoño se sitúa frente al auditorio, saca una libreta de apuntes y de ella una hoja manuscrita, amarilla y doblada, testigo del tiempo: es él ¡un poeta apicultor! Muestra infalible de una profunda sensibilidad para admirar la vida y sus matices.
Fueron momentos hermosos. Ver a ese hombre de campo, recio por el trabajo y el bregar diario, declamando de manera respetuosa y pausada —casi solemne— bellos poemas dedicados a las abejas, la naturaleza, a la amistad, la familia y el amor entre los hombres. No sólo fue apicultura, ciencia y técnica lo que unió a los presentes… fueron sentimientos comunes de amor a la vida y a las abejas.
Quizás fueron poemas antes escuchados o, probablemente, haya sido la primera vez para algunos. Lo cierto es que estuvieron dedicados a personas muy especiales, a las cuales don Javier quiso agradecerles. En particular a sus hijos ausentes, de ahí que algunos fragmentos quebrantaron su voz y, con disimulo pero sin sonrojos, corrieron unas lágrimas por sus mejillas.
Sus escritos son el testimonio de un hombre de campo, que sabe combinar la rusticidad del azadón, con la metáfora de versos dedicados a las abejas, de las que vive y a las que admira. En ellos resalta, con su particular mirada, el importante papel del insecto en la polinización de los cultivos y el servicio que brinda a los ecosistemas.
Así concluye otro sorprendente encuentro en el marco de este proyecto: todos diferentes y a la vez comunes en su esencia